miércoles, 22 de septiembre de 2021

Por qué beber agua del grifo(3/3). Aguas envasadas versus agua del grifo.

En esta tercera entrega compararé las características de las aguas embotelladas y las del grifo.

Antes de entrar en materia, anotar que las aguas de consumo humano se dividen en tres grandes grupos: aguas de abasto o municipales, aguas envasada pasa el consumo habitual y aguas mineromedicinales. Los tres tipos están regulados por normativas diferentes siendo la más restrictiva la que regula las aguas de abasto. Aguas tan afamadas como la Vichi Catalana clásica, agria, debido a su alto contenido salino no cumpliría la normativa de las aguas de abasto, las humildes aguas del grifo. ..En este caso, como con cualquier otra medicina, deberían consumirse con precaución.

Dicho esto empezaré por

 La seguridad higiénica.

La cantidad y tipo de patógenos que pueden tener las aguas para el consumo humano es, sin lugar a duda, uno de los aspectos esenciales. Sin tener que meternos en el árido mundo de la normativa simplemente decir que, tanto las aguas de abasto cómo las embotelladas garantizan, por ley, su contenido “cero” en patógenos y materia orgánica. Es decir los tratamientos a los que se someten el agua garantizan su total ausencia de patógenos, es decir, enterococos, E.coli, Clostridiums prefigens, legionela, salmonela….o cualquier otro.

En la segunda de las entregas sobre este tema vimos como la cloración es el método que garantizaba la desinfección. Asegura la ausencia de patógenos durante periodos largos de tiempo. 

Inicialmente al agua del grifo se le añade un máximo de 3 ppm de cloro equivalente y mientras esté supere los 0,5 ppm consumirla es seguro. Como hemos dicho, el problema asociado es el gusto que persiste incluso con la concentración más baja.

Las aguas embotelladas no usan derivados clorados para su obligatoria desinfección. En muchas ocasiones basta pasteurizarlas; es decir, calentarlas a 70C, envasarlas y cerrarlas inmediatamente.

Si bien el método es eficaz no olvidemos que, en caso de abrir el envase, la seguridad original de ausencia de patógenos se pierde. Le ocurre como un tetrabrick de leche después de abrirlo. A las pocas horas fuera del frigorífico la leche se cortará por la acción de las bacterias lácticas que están el el medio. 

El contacto entre el agua caliente y el envase de plástico, incrementa el proceso de contaminación del contenido por derivados orgánicos del contenedor. Por eso debería asegurarse que en las envasadoras se cumpliese el periodo suficiente largo de tiempo entre el momento en que la botella se construya a partir de una perla del material plástico (que se infla en el molde  en caliente) y su llenado con agua. 

No olvidemos como, si compramos garrafones de 6, 8 o 10 L, su seguridad biológica depende mucho del tiempo que tardamos en consumir el contenido. Y , por supuesto, de cómo manipulamos ese recipiente ya abierto. Cerrarlo inmediatamente, luego hayamos extraído el agua y, por supuesto, no tocar la embocadura con los dedos o labios es obligatorio para la higiene bacteriológica.

El agua del grifo está más garantizadas debido al cloro residual que persiste incluso varios días.

Igualmente, el contenido de materia orgánica en el momento del suministro debe ser cero. Un aparato denominado TOC garantiza hasta la millonésima de gramo ese contenido cero. Por supuesto, antes de ser enviada por los conductos o envasada porque, y aquí no puedo ya dar valores genéricos, tanto el tipo de tubería, tipo de depósito, botella y su exposición al sol alteran dichos valores.

La interacción entre el contenedor y el fluido se agrava con el tiempo y la exposición al sol o alguna fuente de radiación lumínica o térmica. Por ello, mejor no guardar durante periodos largos el agua en depósitos plásticos, mejor si estos no están en las azoteas o expuestos al sol directo . El asunto más peliagudo ocurre con el agua envasada en las botellas de plásticos que nunca deben guardarse expuesta al sol, el calor, o fuentes electromagnéticas.

La presencia de bifinoles en las aguas envasadas en plástico es general, según el estudio que se hizo en la universidad de Granada hace unos años (2012) a un grupo amplio de aguas comercializadas en España y Canarias. La capacidad acumulativa en los tejidos grasos de estas moléculas orgánicas hace que su uso habitual pueda originar disrupciones hormonales. ¡Ninguna broma!

En las aguas de abastos los contenidos de bifinoles, que también los hay, es muchísimo menor y se deben al paso del agua por circuitos de tubería plásticos. Incluso, el menor tiempo de retención que tiene el agua de abasto en los depósitos plásticos hace que, a la fecha, el problema de estas moléculas persistente en la salud por beber agua del grifo no se haya detectado.

Por lo tanto. Si tenemos aljibes para guardar aguas de abastos mejor que estos no sean de plástico y siempre debe estar cerrados, en sitios oscuros y alejados de fuentes de calor o radiación electromagnética.

Con aguas envasadas, siempre que se pueda exigir que el envase sea de vidrio. Si no es así, guardar las botellas y garrafas en sitios oscuros y frescos. Y, cuando se abran, consumir su contenido rápidamente ...y mantener el resto del tiempo la botella o garrafa cerrada sin tocar las embocadura de las botellas.

Mejor comprar agua en envase pequeños de 1,5 L que de 6 o más litros si no se van a consumir rápidamente aunque ello agrave el enorme problema de los plásticos y microplásticos. Además, no rellenar el envase con agua para posteriores usos. El problema de los bifinoles y, en botellas de poliestireno reutilizadas, los microplásticos son, actualmente, problemas generalizados que afectan a la salud y al medio.


(segundo)  

El contenido de sales de las aguas potables.

El agua pura, destilada o recién desalada o desmineralizada, no debe beberse. Es de los mejores disolventes. Por eso, usar agua destilada o sumamente baja en sales, como el agua de lluvia o las aguas obtenidas por sistemas caseros de ósmosis inversa o centrifugación del aire, disuelven el fosfato cálcico de los huesos, la dentina y rebaja mucho los niveles por debajo de lo necesario los cationes sodios y potasios de la sangre.

Pero niveles altos de sales producen otro tipo de patologías como exceso de tensión arterial y retención hídrica.

(a)Las alcalinas, sodio, Na(+) y potasio K(+). Estos cationes son siempre solubles, en cantidades normales no aportan sabor al agua, pero, en particular el sodio, cuando su concentración iónica supera los 100 mg/L no es recomendable para la salud aunque sean insípidas. El máximo de [Na+] debe estar por debajo de 0,2 g/L (200 mg/L)

(b)las alcalinas térreas calcio, Ca(2+) y magnesio, Mg(2+). En algunas aguas ferruginosas en este grupo se añade el catión ferroso, Fe(2+). Estas aguas producen dureza, de lo que hablaremos a continuación, pero que, en concentraciones moderadas, son buenas para la salud. Pero le otorgan al agua, como vimos en el capítulo anterior, sabor terroso, lo que muchas personas piensan que, por ello, son insalubres. Todo lo contrario. Por esa razón, desde el punto de vista sanitario, la norma no limita por arriba las cantidades de estos cationes divalentes por separado.

(c) Demás cationes como aluminio, cobre, plomo…….sus cantidades máximas están perfectamente reguladas por la ley para las aguas de abasto lo que garantiza que éste agua no contiene cationes que puedan afectar la salud. En el caso de aguas minero medicinales algunos cationes pueden superar los contenidos reglados para las aguas de usos habitual, de abastos o envasadas no medicinales. Por lo que, como ya dijimos, estas aguas, aunque se puedan adquirir en farmacias, no deben beberse sino en casos muy concretos y documentados.

En relaciones a los aniones, los más habituales son los cloruros, Cl(-), bicarbonatos HCO3(-) y, en menor medida pues es menos soluble, los carbonatos, CO3 (2-). El resto de los aniones estarán en muy pequeñas cantidades, aunque, algunos como el Flouroro F(-) y el Boruro (B(3-) pueden encontrarse en ocasiones muy concretas, en las aguas canarias de abasto en valores superiores a los autorizados, a saber 1.5 mg/L y 1 mg/L respectivamente.



(tercero

La dureza del agua,

es decir, la incapacidad de que el jabón haga mucha espuma, responsable además de su sabor terroso.

Es debida a la presencia de cationes divalentes disueltos, en particular, calcio y magnesio.

Las aguas de abasto en Canarias si provienen exclusivamente de desaladoras o de la mayoría de las galerías, antes de las mezclas, son muy blandas. En el caso de desalación del mar, lo cationes divalentes se añaden al final del proceso de fabricación lo que reduce el ataque a las cañerías de las aguas desaladas, prácticamente desionizadas.

La razón de añadirle el CaCO3 al agua es el Ca(2+) y el Mg(2+) son buenos para la salud. Todo lo contrario a lo que generalmente se piensa. La OMS lleva año recomendando el uso para beber de aguas ligeramente duras. El corazón y las arterias lo agradecerán.

Muchos piensan que beber esas aguas duras es perjudicial para el riñón lo que no es cierto.

Las mayoría de la piedras del riñón no son sólo de calcio, sino de sales insolubles de calcio, el carbonato y oxalato cálcicos. Por lo tanto, debe coincidir el consumo excesivo del catión calcio con el consumo del anión oxalato. Éste se encuentra exclusivamente en productos orgánicos, preferentemente no manipulados, ni desnaturalizado por la temperatura, como son los berros, las acelgas y el cacao.

Comer un trozo de chocolate con leche es muchísimo más problemático para los riñones de algunas personas que beber litros y litros de aguas ligeramente duras.

En cambio, una concentración elevada del catión sodio es mala. Aunque la ley autoriza hasta 0,2 gramos por litro, 200 ppm, el agua no debería superar los 40 ppm. A estas concentraciones, incluso más alta, el sodio no produce sabor. Y eso es un problema: muchas personas creen que la ausencia de sabor es garantía de salubridad. Y puede ser todo lo contrario. Es el caso de aguas que han usado filtros en los que se utilizan resinas de intercambio iónico para que el agua dura se ablande pasando por la misma intercambia dicho ión divalente Ca(2+) por dos Na(+), monovalentes. Se pierde el sabor terroso pero se empeora la calidad sanitaria del agua, en especial, para aquellas personas con problemas en la tensión arterial.

En definitiva, las aguas moderadamente duras son buenas para la salud aunque puedan otorgarle al agua el peculiar sabor áspero.


La aguas sin nada de Calcio pero con sodio son finas para el paladar pero, en caso de consumo habitual, malas para la salud. Aquí el sabor nos puede jugar una mala pasada.


Concluyo:

Las aguas del grifo en las grandes urbes de Canarias son buenas para beber.

Su seguridad sanitaria está garantizada por un Real Decreto, RD140/2003 que obliga mediante graves sanciones al gobierno municipal.

Su gusto es debido al método de desinfección, garantía de ausencia de microorganismos. En verano, por seguridad, los responsables de la salud pública suelen incrementar el nivel del hipoclorito lo que lleva a un aumento del gusto.

La ciudadanía debería exigir otros usos de sistemas de desinfección eficaces como el dióxido de cloro, el ozono y, sobretodo. la radiación ultravioleta.

Podemos pensar que existe el interesado y generalizado supuesto de que las aguas del grifo no son aptas para beber. Pero eso es una gran mentira.

De esa mentira se nutre el negocio del agua embotellada. ...y el reclamo para ir a las grandes superficies a comprar.

Un negocio que multiplica por mil el precio del agua simplemente por el echo de meterla en una botella de plástico. Por supuesto, con una increíble repercusión en el medioambiente.

No insistiré en el problema del plástico ya conocido por la mayoría. Además de mantener una cultura basada en los combustibles fósiles, habrá que añadir las emisiones atmosféricas del CO2 que conlleva la degradación del envase y el transporte mediante camiones y barcos desde lugares alejados del agua hasta nuestras casas.

A día de hoy, la mayor parte del agua embotellada que se consume en nuestros hogares proviene de fuentes situadas a más de dos mil kilómetros.

Y no olvidemos que ¡los envases de plásticos contaminan el agua con moléculas orgánicas! Que en concentraciones muy bajas pueden engañar al cuerpo como si fueran hormonas, de efecto disruptivo sobre el sistema endocrino. Moléculas, además, que se acumulan en los tejidos grasos.


Las aguas del grifo si proceden de desaladoras también generan huella ecológica. Si estas son de manantial deberían circular por gravedad hasta llega el grifo de nuestra cocina, por las tuberías, sin apenas emitir, en todo su tránsito CO2 al medio.

Las aguas de galerías que suministran al Norte de Tenerife pueden ser desfluoradas en las plantas de tratamiento, sin gasto energético extra, aprovechando la presión hidrostática que ejercen en su descenso por el campo gravitatorio mediante ósmosis inversa. Los rechazos producidos, de baja salinidad, podrían usarse en usos comunales como riego de jardines, limpieza de calles y para apagar los incendios forestales.

Por supuesto, si la población comprendiese que el agua del grifo es óptima para beber, se rompería un demoníaco círculo pues nos cuidaríamos que su desinfección y mejor distribución fuesen más eficaces.

No olvidemos que el abasto y el saneamiento son competencias municipales y actualmente hay soluciones sencillas, sostenibles que, sin incrementar su costo, pueden suministrar calidades de aguas muy superior a la media.


Consumir agua del grifo, no solo aliviaría nuestra economía, sino que tiene             importantes y positivas consecuencias ambientales.


Julio Muñiz Padilla. Químico. Profesor jubilado de Química ambiental. Depuración de Agua.

                                                     

martes, 21 de septiembre de 2021

Por qué beber agua del grifo. (2/3). El sabor

Parte segunda . Sobre el gusto del agua.

Sabemos que el gusto es una sensación. Y como tal, muy relacionada a la cultura. Y así, aunque es evidente que las mayorías de las aguas de abastos tienen gustos peculiares, la presencia del mismo, tan diferente al de las aguas embotellada, no es por lo general prueba de falta de calidad.

En parte, la realidad de esa aparente paradoja es histórica.

Canarias, en particular sus islas orientales y El Hierro, son territorios con poca agua. Desde hace años, con el aumento de la población y el desmedido crecimiento del turismo y sus modos y despilfarro, los volúmenes de aguas consumidos empezaron a ser superiores a los caudales de aguas de lluvia.

A partir de los años 70 fue necesario desalar agua del mar. Durante más de una década el método era la evaporación a baja presión,  enormemente caro. De ahí que las aguas desaladas se mezclaban, por lo general, con las de pozos, de mala calidad. Ello se  debía al exceso de extracciones que se traducía en un aumento del nivel de sodio, calcio y cloruros. Además, las agua legalmente debían ser desinfectadas, por lo que el cóctel final fue un fluido transparente pero de gusto y olor inconfundible y desagradable.

Gran Canaria que, desde siglo era afamada por sus excelentes aguas de manantial, multiplicó en pocos años por mil el suministro de botellas. Firgas, San Roque, Teror, Los Berrazales, Valsequillo distribuían agua a domicilio más allá de la isla redonda. 

El agua de abasto se usaba simplemente para el inodoro y la lavadora, por lo que, su calidad cayó en picado. Era tal los contenidos de sales y de hipoclorito que, incluso en muchos casos ni siquiera era útil para el riego de jardines y pequeños huertos.

Pero el exceso en la extracción de las aguas de pozo hizo que ya al final de los 80 eran escasos los sondeo que dieran caudales y calidades mínimamente aceptables incluso para la mezcla con agua desalada del mar, de muchísima mayor pureza.

Ya en la década de los 90 había desaparecido las plantas de desalación por evaporación y, la mejoría de las membranas de poliamida y la recuperación de la presión del rechazo de las desaladoras de ósmosis inversa, generalizó este método. Disminuyó por más de 20 el gasto energético del agua desalada aumentando su calidad. De manera gradual se fue abandonando la mezcla del agua desalada y de calidad con el agua de pozo.

Los precios y pureza del agua desalada aumentó de tal forma que, a partir de la década de los 90 el método de la potabilización se generalizó en las islas, tradicionalmente ricas en agua.  Tenerife y La Palma iniciaron  el abastecimiento con desaladoras de las poblaciones costeras.

Pero, aunque actualmente en poblaciones  de todo el sur de Tenerife, la capital Santa Cruz de Tenerife y parte del suministro de Santa Cruz de La Palma y Los Llanos de Aridanes es a partir de agua desalada, no se ha impuesto de forma generalizada el agua embotellada para beber. 

Las botellas de agua se empezó a generalizar en Tenerife asociándose con el problema de los floruros en La Laguna y el el norte de la isla y el turismo y la hostelería.

En cambio, en Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote, si bien la calidad del suministro por las redes municipales es excelente, el uso del agua envasada no ha disminuido. De hecho, ya son embotelladoras de Valencia, Granada, Cataluña, Galicia las que más venden agua en las islas. Así, las pilas de nuestros mayores se han transformado en los súpermercados actuales a los que las personas van a adquirir los cada vez más pesados garrafones de 6, 8 y hasta 10 litros.

¿Por qué si las aguas desaladas son blandas y con poco sodio, con conductividades inferiores a 640 ppm, la población pone reparos al agua del grifo?


(I) La razón objetiva es su gusto. 

El gusto y olor no son propios del agua. El agua desalada, prácticamente pura en origen,  ni huele ni apenas tiene sabor. De hecho, al fabricarse debe ser remineralizada pues su contenido original de iones es demasiado bajo para ser consumida. Lo mismo que no es recomendable beber sin remineralizar  agua de lluvia.

El gusto es originado por los cationes divalentes, Calcio, Magnesio y en menor medida, Hierro. Dan sabor terroso y dureza al agua. Contra lo supuesto, esa dureza moderada es buena para la salud. Pero, actualmente las aguas suministradas son blandas y por lo tanto, apenas tienen gusto debido a estos iones.  

La fuente real del gusto son los diversos derivados clorados usado en la desinfección obligatoria de todo el agua manipulable.

El gusto debido a la desinfección.

Hay varios métodos para desinfectar el agua.

(i.a)El más elemental de los métodos es calentar el agua a una temperatura de unos 70ºC durante unos minutos. Ese método es una especie de pasteurización y se usa de manera genérica en el agua embotellada que, a continuación, se envasa. El procedimiento no deja olor ni sabor pero su duración en el tiempo se acaba cuando se abre el envase. Ese método no está permitido para el agua de abasto público


(i.b) La forma usada en Canarias en las plantas de tratamiento de aguas potable es la cloración. Esta puede ser directa con cloro gaseoso, Cl2, poco usada por el riesgo para los operarios. Más habitual es el uso de hipocloritos y cloritos. Su manipulación es fácil y puede realizarse por personal con baja cualificación técnica.

Los iones ClO (-), y cloritos ClO2(-) , liberan poco a poco cloro molecular que actúa sobre los posibles patógenos. Son seguros en su manipulación y dejan huella organoléptica, lo que, es una forma razonable de controlar el nivel de desinfección del agua. Algo así como el perfume que se le añade al gas butano para advertir de su presencia.

Este método sólo es aplicable sobre agua que no contengan absolutamente nada de materia orgánica, lo cual ocurre en todas las aguas potables, de abasto, envasadas o medicinales,  obligado por ley.

Pero no ocurre así con el agua del saneamiento. El cloro reacciona con las moléculas de carbono en las aguas residuales, generando moléculas de triclorometanos, cloroaminas y similares,  peligrosas para el medio ambiente. De ahí que, en el caso de querer reciclar las aguas depuradas, se debería cambiar los métodos de desinfección de las aguas de abastos.

(i.c) El ozono, O3. Es eficaz, inodoro e insípido. Podría ser el método ideal pero justo porque no deja huella es complicado generalizar su uso. Un exceso de ozono en el agua puede generar problemas sobre la salud, al ser un fuerte oxidante, generador de radicales libres. No se pueda detectar mediante un rápido examen sensorial por lo que no se autoriza, de forma general  en el abastecimiento público.

(i.d) La radiación ultravioleta C de 200 a 280 nm del agua es un método eficaz de desinfección. Además, un exceso de radiación no es problemático al no acumularse. Uso generalizado en otros países; pero aquí hay, al respecto, existe un vacío legal.

La razón es que, al no dejar traza, una avería en las bombillas de cuarzo podría dejar libre agua sin estar suficientemente tratada. A pesar de ello,  desde hace décadas  Suiza, Austria y länder alemanes utilizan la UVC. 

En esos países la mayoría del agua que se consume para beber es la del grifo y la embotellada suele ser agua con gas, carbonatadas, que cumple un rol, supuestamente digestivo.


(II) Razones subjetivas.

Muchas personas siguen usando agua embotellada por inercia. Incluso a sabienda que el agua de abasto es tan potable como la embotellada; con toda la seguridad, más controlada, incluso, que la envasada. 

Pero a pesar de conocer la seguridad institucional hay personas que estarán convencidas que les sientan mal.Las hacen responsable de piedras en el riñón. A respecto indicar que, la mayoría de los cálculos nefríticos son producidos por las sales insolubles de oxalato y fosfatos cálcicos. No por la cantidad de calcio del agua mucho menos, incluso en las más duras, al menos 10 veces inferior, que en alimentos tan habituales como los lácteos o las almendras.

El agua no contiene ácido oxálico. Sí, en cambio, alimentos saludables y comunes como berros, acelga y muchas verduras, además del cacao. Todos ellos fuentes del anión  que precipita la arena como oxalatos cálcicos y magnésicos. El calcio del agua es soluble pues está acompañado del anión cloruro.

Por ejemplo, comer un bocadillo de queso tierno, con berros acompañado de un cacao o un refresco de cola, lleno de ácido fosfórico, es para las personas sensibles una bomba para el riñón. Pero les aseguro que si esa persona ha bebido  del grifo es probable que se le eche la culpa del doloroso ataque nefrítico al humilde vaso de agua.

En estos casos, muchos ciudadanos piensan que, si el agua del grifo no se bebe y solo sirve para echarla por el inodoro ¿para qué complicase con mejorar su calidad?

Ese argumento es utilizado para fomentar el interés de que el agua siga siendo desagradable al gusto.


(III). Intereses.

Una de las razones  para ir con frecuencia al supermercado es traer los garrafas del agua. No solo es un gasto a la economía familiar que, al cabo del año puede elevarse a varios cientos de euros sino que, además, pasa a ser una obligación para ir a las grandes superficies: ¡el súper hoy es la pila de agua de ayer!

Si el agua de abasto no tuviera el gusto al cloro,  se reduciría considerablemente el costo de la cesta de la compra así como la frecuencia de las visitas al súper. 

Como veremos, un negocio que fomenta la nefasta cultura del plástico y su despilfarro del que , con nuestro hábito, nos hemos vuelto cómplices. ¿Por qué no reclamamos métodos insípidos e inodoros de desinfección del agua?

Insistiré sobre las aguas envasadas en la próxima y última entrega.


En definitiva, el agua suministrado a fecha de hoy, por la mayoría de los municipios de Canaria es perfectamente apta para beber y cocinar a diario.

Excepción son de las aguas con niveles de fluoruros superiores a 1.5 mg/L, en La Laguna y otros municipios del norte de Tenerife que deberían ser desfluoradas en origen.

El sabor peculiar de las aguas de abastos está causado por la cloración que, si bien es una garantía de salubridad microbiológica, podría ser mejorada mediante el sistema de la radiación u ozonificación. 

¡Exijamos a nuestros ediles que el agua del grifo no tenga sabor!


lunes, 20 de septiembre de 2021

Por qué beber agua del grifo.(1/3). La Naturaleza de las aguas.

Tres apartados para desarrollar este aspecto importante para la salud y la economía de los canarios.

(I) El origen del agua:

Durante años he analizado periódicamente las aguas municipales de muchos lugares de Canarias. Excepto en casos muy concreto,relacionados con los altos contenidos de fluoruros, las aguas municipales son en la práctica totalidad de los casos, de buena calidad.

No me refiero exclusivamente a la isla de Tenerife. Yo, desde Fuerteventura a El Hierro solo consumo agua del grifo. Es en el Norte de Tenerife, debido a los altos contenidos de F(-) donde las aguas de abastos presentan mayor problemática.

Alguno pensará que estoy loco, o que bebo agua del grifo solo por economía sin valorar mi salud; que pronto tendré una piedra en el riñón. Pero justo, porque valoro la salud y la de mi gente es por lo que bebo preferentemente agua del grifo.

Trataré algunos aspectos.

El primero es (I)   

La naturaleza de las aguas.

(1) Como regla general, las mejores aguas que podemos beber en las islas son las de manantial. La mayoría de estos manantiales son subterráneos y el agua se obtiene a partir de la excavación de galerías. Y aunque el agua, en este caso. provenga del subsuelo, no es fósil, aquella que ha permanecido acumulada durante largo tiempo como ocurre con las de pozo. Todo lo contrario los manantiales externos y las galerías incrementan sus caudales luego de grandes lluvias o nevadas. Por ello sus aguas, por lo general, están poco mineralizada. Como he dicho, la excepción son las aguas flouradas del Norte de Tenerife que trataré aparte.

Pero, insisto, aparte del problema del flúor las aguas de galerías y manantiales son las mejores.


(2) Las segundas aguas por su calidad que suministra a las zonas costeras son las desaladas directamente del mar mediante ósmosis inversa con membranas nuevas. Son aguas de alta calidad ¡Sí! las aguas de la mayoría de las desaladoras, siempre que no se hayan mezclado posteriormente con las provenientes de pozos. Ello ocurre, sobre todo en el sur de Gran Canaria, cuando la demanda de agua supera a la producción de las plantas desaladoras.

Sobre la calidad del fluido desalado deben cumplirse, al menos, dos circunstancias:

(a) Que las aguas del mar que van a desalarse se recojan mediante pozos marinos y no directamente mediante bombeo del mar. Las agua marina, filtradas en la propio orilla, en la que se han excavado pozos está exenta de materia orgánica y restos de hidrocarburos.

(b) Que la membranas usadas de poliamida o policarbonato estén nuevas, en buenas condiciones. En ese caso, y adecuadamente utilizadas, su vida puede superar los 5 años.

El precio de estas membranas no es bajo por lo que, en algunos casos, si alargamos estos periodos, se afecta la calidad de las aguas que pueden, en ese caso, permitir el paso del anión boruro que no es apto para la salud. El RD 140/2003 indica que la concentración máxima de boro en el abasto será de 1 mg/L Pero, repito, eso solo ocurre con membranas muy usadas o que han sufrido mal mantenimiento. El cumplimiento de la ley exime de esa posibilidad.


En una desaladora de agua de mar, bien regentada, la pureza del agua obtenida es altísima, de concentración iónica muy baja.

Es tan blanda que debe ser remineralizada para su distribución y consumo. Para ello se le añade pequeñas cantidades de carbonato cálcico, (o cal viva, CaO, que en contacto con el aire se convierte en carbonato) que aumenta su dureza. El uso de la sal de calcio es aconsejada justamente para un consumo saludable del agua, aunque aporte sabor. En cambio, no debe usarse sales sódicas, como carbonatos o bicarbonatos de sodio porque, si bien son insípidas, el Na+ puede perjudicar por el incremento de la presión sanguínea.


(3) El tercer grupo de aguas, en relación a su calidad, son las provenientes de pozos y sondeos. Son con mucho en Canarias las agua de peor calidad para el consumo humano. Deficiencia motivada por:

(3.1) El exceso de extracción que ha hecho, principalmente en las islas orientales, que se haya desplazado el balance entre la presión hidrostática y la osmótica en la interface entre el mar y las aguas subterráneas donde los materiales porosos ejercen de membranas semimpermeables. Si el acuífero se seca debido a la extracción no sostenible mediante pozos, las aguas marinas pueden infiltrarse salinizando el subsuelo. Corregirlo, exigirá periodos largos sin que se saque más agua y llueva suficientemente.

(3.2) Las aguas fósiles. Las aguas que se extraen de los pozos, pueden ser centenarias. Durante décadas en contacto con los edificios ígneos de las islas, basaltos primarios, han disuelto aniones silicatos : agua muy mineralizadas, impropias para la salud, de las que decantan arenillas en el riñón. Por otro lado, en las zonas sedimentarias de las islas más antiguas, Fuerteventura, Gran Canaria y Lanzarote, el acuífero está , a su vez, inmerso en rocas sedimentarias con grosores de muchos metros de caliches, rocas carbonatadas. Según ese nivel de carbonatos y su naturaleza, encontramos aguas excelentes con burbujas, sin calcio, ácidas, con bicarbonatos sódico, pero también aguas duras y básicas, en las ) los cationes Ca(2+) y el Mg(2 +) están neutralizados por aniones cloruros.

(3.3) Percolados y lixiviados modernos

La agricultura intensiva del plátano ha filtrado de enormes cantidades de abonos de síntesis: nitratos y fosfato ácidos y productos persistentes como insecticidas y fungicidas. Estos iones y moléculas se encuentran en concentraciones importantes en las aguas de pozos. Se sabe que estos químicos son cancerígenos y disruptivos hormonales.

También contamina el acuífero productos muy tóxicos procedentes de las basuras enterradas y que, en reacciones anaerobias pueden lixiviar.

Por ello, lo socialmente adecuado es que los servicios municipales de abastos solo suministrasen en la red aguas embalsadas, de manantiales o desaladas directamente del mar. Debemos promover una moratoria a la extracción de agua de pozos a fin de que se recupere el acuífero maltratado.


El agua y el flúor

Una importante salvedad sobre la excelencia de las aguas de galería y manantiales afecta exclusivamente a las aguas de Tenerife que se nutren de la Caldera de Las Cañadas del Teide y Ucanca. También en Fuerteventura y en San Nicolás de Tolentino, en G.C. las aguas subterráneas contienen fluoruros pero apenas se usan en el abasto.

Concentraciones F- superiores a 1,5 mg/L no deberían usarse en el abasto público. Concentraciones muy altas debidas a erupciones volcánicas ricas en fluorita, que hubo hace miles de años, cuyos materiales filtran y contaminan la lluvia y nieve hasta los manantiales y galerías. En el tránsito se disuelven unos 10 mg/L del halógeno. Entre otras, están afectadas el agua de las galerías de Vergara, las de mayor caudal de todo el archipiélago cuyos contenidos en el anión superan en ocasiones las 10 mg/L.

La norma obliga a que el abasto no deben superar los 1,5 mg/L. Por tanto, un aspecto esencial para suministrar las medianías del norte de Tenerife sería la desfluoración de esas aguas. Sería al respecto muy factible usar la presión hidrostática de la columna de agua que brota a alta altura para, debido a su pero, producir la ósmosis inversa necesaria, sin gasto energético extra, para permear agua pura, con un factor de reparto superior al 70%. Es decir, de cada 10 litros de aguas originarias obtener 7 de agua totalmente desmineralizada. Los contenidos altos de F- producen alteraciones en los dientes y el tejido óseo. Incluso hay indicios que afectan algún tipo de cáncer.

Actualmente, en cambio, debido a la importancia que tienen estos caudales en el abasto de Tenerife esas aguas se están mezclando con aguas de los pozos, sin flúor pero de pésima calidad. Con ello se obtiene un fluido que aunque cumpla el RD140/2003 su calidad es muy inferior a la que podría tener mediante el citado pretratamiento.